¿AZUL O ROSA?¿NIÑO O NIÑA?: educación no sexista
La ropa, los juguetes, la decoración del cuarto... aún no ha nacido el bebé, pero si los papás conocen el sexo de su hijo (emplearemos el masculino como genérico), comienzan a elaborar diferentes expectativas según se trate de un niño o de una niña.
No ha nacido y ya lo están “educando”.
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¿Sabías que cuando los adultos interaccionan con un bebé le proporcionan más sonrisas y caricias si creen que es una niña (aunque sea un niño)? ¿Y que si piensan que es un niño (aunque sea una niña) le someten a movimientos más enérgicos y le ofrecen juguetes “adecuados para su sexo” (coches, camiones...)?
¿Somos conscientes de cómo influyen nuestras concepciones de lo que es un hombre y una mujer en la educación de los bebés?
NIÑOS Y NIÑAS: DIFERENTES PERO IGUALES
Indudablemente, las diferencias existen: anatómicas, biológicas, en ciertas capacidades cognitivas y conductuales. Y algunas intervenciones educativas deben adaptarse a estas características diferenciadoras.
Durante los primeros tres años de vida los niños se muestran más activos que las niñas, y reciben por ello más estimulación física. Hasta los 8 años la maduración neurológica de las niñas es más rápida que la de los niños. Las niñas adquieren mayor autonomía y con más rapidez. Por ejemplo, el control de esfínteres suele alcanzarse más tempranamente en las niñas que en los niños. En general, a los niños se les toleran más conductas agresivas y violentas que a las niñas.
Pero, ¿hasta dónde llegan las diferencias “naturales” y hasta dónde las intervenciones socioeducativas? ¿Los niños son más agresivos por naturaleza, o aprenden a serlo y a identificarse con su propio género a través de las conductas violentas? Aunque no encontremos una respuesta satisfactoria y concluyente para estas cuestiones, es interesante que nos las planteemos, y que gracias a ellas analicemos cómo estamos educando a nuestros hijos.
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